Alternativas al castigo
Educar sin castigos según la disciplina positiva
En este artículo os voy a hablar de dos técnicas de disciplina positiva que nos dan opciones alternativas al castigo. A nuestra consulta de psicología en Valencia acuden muchos padres buscando orientación o terapia infantil para los problemas de conducta de sus hijos. No saben que hacer y no quieren recurrir a métodos punitivos. Puede ser que, cuándo un niño se porta mal, nuestro primer impulso sea castigarlo. Y es que, desgraciadamente es el ejemplo que tenemos de nuestros padres o entorno. Además, a corto plazo, el castigo funciona. Pronto veremos que el niño reduce su mala conducta, pero, igualmente, pronto veremos que lo vuelve a hacer. El castigo no funciona a largo plazo porque el niño no aprende a responsabilizarse de sus conductas y siempre necesitará de un adulto para saber lo que está bien o está mal. Además, puede dañar la autoestima de los niños, haciéndoles pensar que no son buenos o que no saben hacer las cosas.
El castigo no funciona a largo plazo. El niño no aprende y daña su autoestima.
Por todo esto, la disciplina positiva descarta el castigo como un método para solucionar los problemas con los niños. A continuación hablaré de dos opciones que puedes utilizar cuándo tu hijo tenga un comportamiento que quieras corregir.
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Reorientar las malas conductas
Esta técnica consiste en buscar los aspectos positivos de la conducta de cada niño. Por ejemplo, un niño que molesta en clase puede tener dotes de mando. Si detectamos esta situación, podemos colaborar con ellos y ayudarlos a reorientar su conducta hacia otra que sea útil. En ocasiones, los maestros detectan que algunos de sus alumnos tienen dotes de mando pero los niños las utilizan de una manera en la que perjudican al resto de la clase. Pueden asignar a estos niños la tarea de organizar la clase y ayudar al resto de sus compañeros.
Rafa no quiso limpiar lo que había ensuciado después de su clase de manualidades. El maestro lo nombró supervisor de la limpieza y le enseñó a como enseñar a sus compañeros a limpiar lo que ensuciaban.
Si los niños ven que contamos con ellos en lugar de reñirles por su mala conducta se sienten motivados. De este modo es mucho más fácil obtener su colaboración y conseguir que la mala conducta se convierta en una conducta respetuosa e incluso que ayude a los demás.
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Reparar el daño
Esta técnica es muy parecida a la de reorientar la mala conducta pero implica más a los niños en el proceso de resolución de problemas. Cuando un niño hace algo irresponsable o irrespetuoso, es importante darle la oportunidad de repararlo haciendo algo para compensar a la parte ofendida.
Cuando María alteraba la clase, le hacía más difícil el trabajo a la profesora. Esta le dio la oportunidad de compensarla haciendo algo para facilitarle el trabajo. En este caso, le pidió que se quedara después de clase para borrar la pizarra y limpiar los borradores. Esta herramienta no da resultado si la actitud del adulto es punitiva. Es muy eficaz cuando su actitud es afable, calmada y respetuosa y cuando el niño participa en la decisión de cómo reparar el daño que ha hecho.
Cinco alumnos de una escuela fueron sorprendidos mientras pintaban en las puertas de los baños. El conserje les permitió reparar el daño ayudándole a pintar las puertas.
Reorientar las malas conductas y reparar el daño son dos buenas alternativas al castigo.
Repara el daño es motivador porque enseña responsabilidad social. Los niños se sienten mejor consigo mismos cuando están ayudando a otras personas. Reparar el daño es motivador cuándo se hace de una forma que no implique riñas ni castigos porque los niños tienen ocasión de aprender de sus errores y corregir cualquier problema que hayan causado. Además, los niños aprenden que pueden responsabilizarse de su conducta sin temor a que les culpen, avergüencen o causen daño.
Para aplicar estas dos técnicas tenemos que olvidarnos del castigo y otros métodos punitivos. Es triste que algunos adultos incidan más en que los niños sientan culpa, vergüenza o dolor por lo que han hecho que en que reparen el daño y experimenten la clase de motivación que los impulsará a dejar de portarse mal. De hecho, la mayoría de estos adultos creen erroneamente que ayudar a un niño a sentirse mejor premia su mala conducta y lo motiva para seguir portándose mal. Es importante señalar que los niños no «salen impunes» cuando los motivamos para que reparen el daño que han hecho. Aprenden a responsabilizarse de sus errores con su dignidad y respeto intactos.
Como ves, existen métodos distintos al castigo para que el niño corrija sus malas conductas. En nuestra consulta de psicología en Valencia ayudamos a los padres a enfocar los problemas infantiles de otro modo, consiguiendo la armonía familiar.
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